Benjamin Graham, considerado el padre del value investing y famoso inversor estadounidense, decía que "incluso el inversor inteligente, necesitará una considerable fuerza de voluntad para dejar de seguir a la multitud".

Gran verdad: el ser humano se caracteriza, entre otras cosas, por imitar el comportamiento de la tribu, por "seguir al rebaño", porque es una forma de no asumir la responsabilidad de nuestras acciones, depositándola en el grupo.

Esto es algo que ocurre en muchas facetas de la vida, y que también se observa en los mercados financieros.

Si es que la tienen, muchos inversores tienden a salirse de su estrategia de inversión y tomar sus decisiones en función de lo que esté haciendo la mayoría. Y esa mayoría decide una cosa diferente en cada momento.

Estos inversores piensan que "si lo hace la mayoría, por algo será". Pero, en bolsa, la "mayoría" no se corresponde con "todos los que ganan".

Cada inversor tiene sus circunstancias, sus conocimientos y sus razones. Uno puede haber comprado una acción porque se lo ha recomendado su asesor financiero, y otro porque simpatiza con la empresa en la que ha decidido invertir. Pero abrir esa misma posición en tu cartera puede que vaya justo en contra de lo que te dicta tu estrategia de inversión (y quizá también les ocurra eso mismo a dichos inversores).

Hacer lo que hace la mayoría de los inversores no te llevará sino a desorientarte, a perder, a carecer de objetivos y de plan de acción y, lo que es peor, a desanimarte.

Seguir a la mayoría es un error, ya que, al final, lo más probable es que acabes perdiendo el control y cayendo en resultados negativos (en pérdidas de capital), en vez de obtener rentabilidades constantes a largo plazo.

Para solucionar esto, hay que trabajar la autoconfianza, pero también la disciplina. También deberás asumir que no siempre acertarás y que tendrás que saber enfocar los errores de forma positiva: equivocarse es la mejor forma de aprender.