Invertir en activos de calidad puede ser una estrategia conveniente y efectiva para generar retornos atractivos en el largo plazo. Sin embargo, muchas veces es difícil comprender cuáles son los factores que permiten diferenciar la calidad de un activo, ya que el concepto incluye tanto aspectos cuantitativos como cualitativos.

Una mirada a las principales variables a tener en cuenta para invertir en activos de calidad.

Indicadores cuantitativos

Los indicadores financieros dicen mucho sobre la calidad de un negocio. Incluso cuando la compañía ofrece características atractivas desde el punto de vista de los fundamentos del negocio, cuando estas características no se han visto reflejadas en los reportes financieros, entonces la validez de la tesis todavía necesita ser confirmada por los indicadores cuantitativos.

Los retornos pasados no necesariamente garantizan retornos futuros, aunque podemos aprender mucho sobre la solidez de una empresa al observar su historia. Es importante analizar la evolución de las ventas y las ganancias de la misma durante etapas de recesión económica o en contextos adversos para la industria.

Ninguna compañía es completamente inmune ante los vientos de frente de la economía. Sin embargo, la magnitud del impacto es un claro indicador sobre la calidad del negocio, ya que una firma calidad es aquella que puede atravesar los escenarios difíciles sin que esto implique un daño demasiado grande o permanente sobre los números del negocio.

También es importante analizar los niveles de rentabilidad, tanto en lo que respecta a los márgenes de rentabilidad sobre ventas como al retorno sobre el capital invertido. Si las demás variables se mantienen constantes, un negocio de mayor rentabilidad es obviamente más atractivo para el inversionista que un negocio con niveles de rentabilidad por debajo del promedio. Además, la rentabilidad del negocio reduce el riesgo de la inversión, lo cual es una clara señal de calidad en la empresa.

Supongamos dos negocios: uno con un margen de rentabilidad operativa del 30% sobre ventas, y otro con un margen de rentabilidad operativa del 5% sobre la facturación. Ante una caída del 20% en las ventas, el primer negocio probablemente va seguir ganando dinero, aunque las ganancias seguramente se van a reducir en forma considerable. Por otro lado, en el segundo ejemplo el negocio con márgenes de rentabilidad menores seguramente deberá afrontar pérdidas ante una caída importante en la facturación.

En el mercado se interpreta de forma muy diferente una compañía que experimenta una reducción en sus ganancias frente a otra que está quemando dinero. Lógicamente, esto tiene claras implicancias sobre la evolución de las cotizaciones y los niveles de volatilidad de diferentes empresas.

Más allá de los números

Si bien los aspectos matemáticos y financieros son ineludibles a la hora de evaluar la calidad de un activo, es importante no perder de vista los factores intangibles y cualitativos. En definitiva, es el negocio detrás de la compañía el que hace a la calidad de los reportes financieros y a la sustentabilidad de los mismos.

Un punto central en este sentido es el de las fortalezas competitivas de la empresa. En un contexto de libre mercado el éxito atrae a la competencia. Por lo tanto, cuando una firma genera una performance financiera atractiva es de esperar que nuevos competidores en el mercado intenten capturar parte de sus ventas y ganancias.

Es aquí donde las ventajas competitivas juegan un rol fundamental en términos de la sustentabilidad de la performance financiera del negocio. A grandes rasgos, las ventajas competitivas son las herramientas con las cuales cuenta la compañía para proteger su negocio y sus mercados frente a la presión de la competencia.

Una marca valiosa es una fuente clásica y muy importante de ventajas competitivas. El valor de marca le permite a la firma en sí diferenciar sus productos frente a la competencia, lo cual implica proteger sus mercados y al mismo tiempo brinda una mayor capacidad de fijación de precios, lo cual tiene un impacto positivo sobre los márgenes de rentabilidad.

En algunas industrias las ventajas de costos en base a escala de negocios pueden ser determinantes. Adicionalmente, en negocios como medicamentos o tecnología, las patentes resultan determinantes al no permitir que la competencia ingrese al mercado durante el período de duración de la patente.

Muchas empresas combinan diferentes fuentes de ventaja competitiva al mismo tiempo. Por ejemplo, las ventajas de marca y de escala suelen coexistir cuando se trata de líderes de mercado en productos de consumo.

Más allá de esto, el punto central es que analizar la calidad del activo implica necesariamente evaluar la fortaleza de sus ventajas competitivas y la sustentabilidad de las mismas en el tiempo. Cuando la compañía no cuenta con ventajas competitivas lo suficientemente sólidas, entonces la sustentabilidad de los indicadores cuantitativos debe ser puesta bajo cuestionamiento.

La idoneidad y honestidad del equipo directivo de la firma es otra de las variables determinantes en este sentido. Un management de calidad es aquel que prioriza el bienestar de la compañía en el largo plazo por sobre los objetivos trimestrales de ganancias.

Además, la cultura de la organización puede tener un impacto de magnitud sobre los resultados financieros en el largo plazo. La capacidad de innovación, la austeridad de costos y los incentivos correctos a los empleados de la empresa son factores que a lo largo de los años modifican sustancialmente el retorno que obtiene el accionista.