Invertir en acciones de crecimiento puede resultar enormemente rentable para el inversionista. En definitiva, un papel que cotiza en la Bolsa no es otra cosa que un título de propiedad sobre el capital de una compañía.

Asumiendo que el resto de las variables permanecen constantes, un negocio de mayor crecimiento genera mayores ganancias para el inversor.

A continuación, señalamos 3 variables clave a considerar cuando evaluamos inversiones en acciones de crecimiento.

Crecimiento de ventas

Para los inversionistas de crecimiento, la evolución de las ventas de la empresa es absolutamente clave. Otros estilos de inversión suelen enfocarse en variables como la rentabilidad de la firma, su fortaleza financiera, o distribuciones de capital mediante dividendos y recompras de acciones. Sin embargo, en el mundo de las inversiones de crecimiento la evolución de las ventas es el número más relevante.

Al respecto, es siempre importante la evolución de las ventas en cada trimestre frente al mismo trimestre en el año anterior. Dependiendo del tipo de negocio y de la velocidad de su crecimiento, también puede ser relevante comparar las ventas trimestre a trimestre, es decir, en términos secuenciales.

En lo que respecta a la evolución histórica de las ventas, es clave tener en cuenta si las tasas de crecimiento se están acelerando o desacelerando en el tiempo. Además, la evolución futura de las ventas es más importante que su trayectoria pasada. Esto significa que los analistas muchas veces ponen mayor atención a los pronósticos de ventas que ofrece la compañía que al dato concreto de ventas reportado en un trimestre.

A la hora de evaluar la posible evolución de las ventas, es especialmente importante considerar cuestiones como el tamaño del mercado y la participación de la empresa dentro de dicho mercado. También es relevante estudiar la evolución de ventas en diferentes productos y regiones geográficas. A mayor nivel de detalle en el análisis de las ventas, más preciso tiende a ser el pronóstico de la facturación futura.

Crecimiento de ganancias

En general, los inversores de crecimiento suelen evaluar la evolución de las ventas por sobre las ganancias de la compañía. Sin embargo, en determinada etapa del ciclo de crecimiento de la firma es necesario que los niveles de rentabilidad evolucionen favorablemente.

Cuando el negocio es todavía joven y las tasas de crecimiento son vertiginosas, el mercado suele tolerar que los márgenes de ganancias sean magros, o incluso que la empresa pierda dinero. Sin embargo, a medida que la compañía madura y las tasas de crecimiento se desaceleran, los inversionistas tienden a poner mayor atención sobre los niveles de rentabilidad del negocio.

También es importante evaluar los márgenes de rentabilidad a diferentes niveles. Cuando los márgenes operativos son bajos debido a grandes gastos en rubros como márketing e investigación y desarrollo el mercado suele ser tolerante, ya que el dinero invertido en estas áreas impacta positivamente sobre las tasas de crecimiento en el tiempo.

En cambio, si la firma tiene problemas de rentabilidad a nivel del margen bruto, esto podría estar reflejando un problema estructural de mayor alcance. En este caso, el negocio no logra ganar el dinero suficiente luego de cubrir el costo de mercadería, lo cual puede significar que incluso la misma viabilidad de la empresa se encuentra en discusión.

Una cultura de crecimiento

Más allá de los aspectos matemáticos y los temas relacionados al negocio en su mercado, un aspecto clave a la hora de seleccionar activos de crecimiento tiene que ver con la cultura de la compañía y las decisiones que toman los ejecutivos.

Uno de los motores más importantes de crecimiento es la capacidad de innovación de la empresa. Lanzar nuevos productos y servicios con potencial disrruptivo, o incluso desarrollar enteramente nuevas categorías de productos son cuestiones que benefician poderosamente a los inversionistas en el largo plazo.

Para poder sostener una política de innovación permanente en el tiempo, es necesario que exista en la compañía una cultura determinada. Esto se relaciona con la disposición a analizar los problemas desde una óptica diferente en busca de nuevas soluciones, así como un esquema de incentivos que favorezca a los empleados que están dispuestos asumir riesgos en el proceso de innovación.

En el mismo sentido, la capacidad de innovación de la compañía implica un compromiso en términos de recursos financieros y visión de largo plazo. El dinero invertido en investigación y desarrollo está directamente relacionado con el potencial innovador de la compañía. Sin embargo, pueden pasar años entre que la empresa invierta en estos rubros y dichas inversiones se vean reflejadas en innovaciones exitosas y crecimiento de ventas.
as empresas que se enfocan demasiado en el corto plazo suelen priorizar los reportes trimestrales de ganancias por sobre la innovación a largo plazo, lo cual las lleva a invertir menos de lo necesario en investigación y desarrollo. Para poder sostener una política inteligente en ese sentido, es necesario que el equipo directivo de la compañía esté dispuesto a mirar más allá de los números trimestrales para enfocarse en una estrategia de mayor alcance.

En definitiva, el crecimiento de ventas y de ganancias beneficia enormemente a los inversionistas; sin embargo, no es suficiente con analizar los números en forma aislada. En el fondo, la cultura de la compañía y la calidad de su equipo de liderazgo van a definir en qué medida es sustentable o no el crecimiento del negocio.