Un satélite europeo lanzado esta semana para buscar formas de lidiar con la creciente cantidad de basura espacial recurrirá a una tecnología tan familiar para los antiguos romanos como para los astronautas: redes y arpones.

Ingenieros que han diseñado y creado arpones para dos proyectos pioneros de limpieza de restos dijeron que el atractivo detrás de dos conceptos tan probados a través del tiempo es su simplicidad.

"No somos ajenos a la ironía", dijo Alastair Wayman, un ingeniero de proyectos avanzados en Airbus Space, en la localidad de Stevenage, en el sur de Inglaterra. "Se trata de un ejemplo de tecnología hermosa y simple, pero lo que hemos hecho es actualizarla para usarla en el espacio, y la belleza de este sistema está en su simplicidad", comentó a Reuters.

El satélite RemoveDebris ("retiro de restos") lleva varios aparatos diseñados para ayudar a limpiar la gran cantidad de basura que orbita la Tierra. Ya se acopló a la Estación Espacial Internacional y se espera que las pruebas empiecen en las próximas semanas.

"Lo único que tenemos que hacer es situarnos lejos de la nave señalada, disparar nuestro arpón y, una vez que impacte, habremos capturado nuestro pedazo de basura espacial", comentó Wayman.

Uno de los arpones mide unos 30 centímetros de largo y está diseñado para disparar desde 20 metros y traer de regreso su captura con una cuerda. En el laboratorio también está siendo diseñado un arpón más largo, de cerca de 1,5 metros y con un peso de 2,2 kilos, en el marco del programa Espacio Limpio de la Agencia Espacial Europea. Su objetivo será capturar escombros con un peso de hasta ocho toneladas.

Los científicos calculan que hay hasta 7.000 toneladas de basura espacial orbitando la Tierra a velocidades de hasta 27.000 km/h y que es capaz de dañar a satélites y naves. Los restos van desde pequeños objetos, como tornillos o pedazos de pintura, a secciones de cohetes o satélites no operativos.

Otros aparatos que están siendo probados en el satélite RemoveDebris son una red para atrapar escombros y una vela que impulsará la nave hacia la atmósfera terrestre, donde se desintegrará sin peligro junto a los restos.