La inestabilidad e incertidumbre han vuelto a los mercados de acciones y de deuda europea. Estas últimas semanas han servido para alertarnos de que en los últimos 10 años de crisis financiera no se han establecido mecanismos para hacer frente a la deuda de países como España o Italia. Los que se han creado, o no tienen dinero, o son financiados por deuda, que es la causante del problema.

España, con escándalos de corrupción y cambios de gobierno, ha visto su riesgo subir y al crecimiento económico comprometido, ya que los agentes aplazarán sus decisiones de inversión o de consumo hasta que tengan claro cuál es el futuro político del país.

El caso más dramático es el de Italia. Una prueba de esto es el comportamiento de la tasa de interés a dos años, que se ha multiplicado por 15 en el último mes, con una subida desde el 0,175% hasta el 2,7%. Desde 2011, cuando la crisis soberana llegó a su punto máximo, la deuda italiana no variaba tanto en un solo día, lo que no deja de ser una sorpresa teniendo en cuenta las intervenciones del Banco Central Europeo (BCE) en el mercado.

Se trata de una presión insostenible; es la mayor deuda pública de la eurozona: 2,26 millones de euros.

El aumento de los costos de financiación, en más del 1% en toda la curva de rendimiento, en un momento en el que el BCE se había comprometido a reducir sus compras en el mercado, se traduce en un mayor costo, de por lo menos 23 mil millones solo en intereses, es decir, lo equivalente al crecimiento del PIB en el año 2018.

Italia se hunde en sí misma, ya que como está transmitiendo incertidumbre en relación con su proyecto económico, aparta a los inversores que han estado dando soporte a esa deuda. Y, sin embargo, hay que destacar que en el último año, el gran comprador de deuda italiana ha sido el BCE, teniendo en este momento 341 mil millones de euros, al mismo tiempo que los bancos italianos e internacionales están aprovechando para vender.

En referencia a los números antes referidos, un perdón de 250 mil millones de euros, el plan que comenzó esta atención sobre Italia, no resuelve el problema de fondo, solo equivale al 11% de la deuda total y solo ha servido para que los inversores huyan de la compra de deuda de los países periféricos de Europa.

Los países de la periferia van a salir afectados, ya sea por lo que les está ocurriendo a sus socios comerciales, y una ralentización de la inversión y la economía, o por el aumento de los gastos fijos con los cuales varios gobiernos se han comprometido, quitando cualquier flexibilidad a sus presupuestos.

El margen para los estímulos presupuestarios es muy reducido, por lo menos sin poner en causa las metas definidas para el déficit, y tendrá que tener siempre el apoyo del BCE, ya que los inversores pueden perder fácilmente la confianza en la deuda, como con Italia.

Al retrasar una solución al crédito mal parado en la zona del euro, el BCE y la Comisión Europea (CE) han decidido el rumbo marcado por la incertidumbre y la inestabilidad, lo que puede significar un adiós a un proyecto de integración europeo.