Los primeros ataques tuvieron lugar en mayo pasado, cuando cuatro petroleros, dos de ellos saudíes, fueron blanco de un sabotaje en el puerto emiratí de Fujairah, mientras que un mes después, dos buques cisterna, uno propiedad de un armador noruego y otro japonés, sufrieron explosiones al salir del estrecho de Ormuz.

En junio pasado, la Guardia Revolucionaria iraní derribó un dron estadounidense que, según Teherán, violó su espacio aéreo, y, en julio, capturó al petrolero de bandera británica "Stena Impero" por supuestamente incumplir las normas de navegación.

Por último, dos importantes instalaciones de la petrolera estatal saudí Aramco sufrieron ataques con drones y misiles el pasado 14 de septiembre, reduciendo temporalmente su producción un 50 %.

EE.UU. y Arabia Saudí han acusado de modo directo o indirecto a Irán de los ataques a los petroleros, a los buques cisterna y a Aramco, pero Teherán ha negado cualquier implicación.

Para intentar rebajar las tensiones y evitar una mayor presencia de fuerzas estadounidenses en el golfo Pérsico, Irán ha ofrecido una iniciativa de paz en la zona a los países litorales, que por ahora no ha obtenido una clara respuesta.