la tercera economía más grande de la eurozona desencadenó una ola de ventas global en las acciones y una carrera hacia el yen en un drama político de suspenso. Después de que el presidente italiano rechazara a un candidato euroescéptico para el Ministerio de Finanzas, la indignación por la intervención extranjera reinó en el poder y la nación enfrentó nuevas elecciones que muchos consideraron como un plebiscito sobre la membresía en la UE. Los rendimientos de los bonos italianos se dispararon, las acciones se desplomaron y el euro cayó. El drama tuvo un giro más positivo ya que las dos partes populistas acordaron con el Presidente un compromiso. Italia evita las elecciones, pero un gobierno populista no solo puede ser una espina para la zona del euro, sino que el riesgo de una ruptura tiene implicaciones globales.