En el mundo académico y profesional habitualmente se considera que el riesgo de un activo o un determinado portafolio de inversión puede medirse en función de su volatilidad. Si bien es cierto que riesgo y volatilidad son conceptos relacionados, la idea de volatilidad no necesariamente es lo suficientemente abarcativa cuando se trata de medir el riesgo de una inversión.

La idea de volatilidad

La mayoría de los textos académicos sobre finanzas relacionan íntimamente a la volatilidad del portafolio con el riesgo del mismo. En el mismo sentido, la volatilidad es la piedra angular de muchas investigaciones científicas y estadísticas en lo que respecta a mediciones de riesgo en los mercados.

Sin entrar en los detalles matemáticos, las mediciones más tradicionales de volatilidad, como la dispersión estadística, miden en qué medida los retornos del activo se distancian de su retorno promedio a lo largo de un período determinado. Mientras mayor es la volatilidad, más amplio es el rango de precios que podemos esperar de un activo, mientras que los activos con menor volatilidad presentan oscilaciones de precios menos dramáticas.

En función de este concepto, queda claro que un activo más volátil es más impredecible en cuanto a su comportamiento de precios, lo cual explica porqué la idea de volatilidad está fuertemente relacionada con el concepto de riesgo en las inversiones.

Volatilidad como fuente de oportunidad

Por otro lado, otras definiciones de riesgo pueden resultar más interesantes en función de la estrategia del inversor. Por ejemplo, para muchos inversionistas de valor, el principal riesgo no radica en la volatilidad transitoria de precios, sino en la posibilidad de que el activo sufra un deterioro en su valor fundamental.

Para ahondar en este concepto, debemos entender que precio de mercado y valor fundamental del negocio son temas diferentes. Mientras que el precio de mercado es la cotización del activo en un momento determinado, el valor fundamental del negocio está dado por su valor teórico, estimado en función de variables como su posicionamiento competitivo, las ventas, las ganancias y los flujos de caja.

A largo plazo, el precio de mercado y el valor fundamental tienden a converger. Sin embargo, en ocasiones, pueden existir diferencias importantes entre precio y valor, y los cazadores de oportunidades buscan comprar cuando el precio subestima materialmente el valor del activo. Mientras mayor es la diferencia entre valor fundamental y precio, mayor es también el tamaño de la oportunidad para el inversionista.

Teniendo esto en cuenta, queda claro que la volatilidad de precios no es un problema para el inversionista de valor. Por el contrario, si los precios caen por debajo del valor fundamental del activo, la volatilidad puede ser una atractiva fuente de oportunidades.

El inversor de valor se preocupa principalmente por la posibilidad de que los fundamentos del negocio se vean afectados, por ejemplo, ante un deterioro de la posición competitiva de la compañía. En cambio, la volatilidad de precios puede incluso ser una ventaja, ya que incrementa las probabilidades de encontrar activos cotizando a precios de oportunidad. Así las cosas, en el mundo de las inversiones de valor, el riesgo y la volatilidad de precios son dos conceptos bien diferentes.

La probabilidad de perder dinero

Otra interpretación interesante del concepto de riesgo tiene que ver con la posibilidad de perder dinero en términos reales, es decir, luego del impacto de la inflación. En buena medida, cuando invertimos nuestro dinero estamos buscando incrementar su valor real en el tiempo, de tal forma que el poder adquisitivo del capital se vea incrementado.

Los activos como los depósitos bancarios o los bonos de bajo riesgo habitualmente ofrecen niveles muy bajos de volatilidad, aunque a cambio generan también tasas de retorno modestas. En cambio, cuando invertimos en acciones, asumimos niveles más elevados de volatilidad, y obtenemos también tasas de retorno que son considerablemente más elevadas.

Teniendo esto en cuenta, si pensamos en la posibilidad de que los retornos del activo estén por debajo de la tasa de inflación, el riesgo a largo plazo podría ser mayor en activos como los bonos de bajo riesgo que en acciones.

Muchas veces, el activo de mayor volatilidad presenta menores probabilidades de generar retornos por debajo de los niveles de inflación a largo plazo, y los inversionistas podrían entonces considerar que riesgo y volatilidad se encuentran claramente disociados en ese sentido.

El verdadero riesgo


Según Warren Buffett, “el verdadero riesgo consiste en no saber lo que estás haciendo.” La frase implica algunas verdades importantes a la hora de analizar la idea de riesgo. Mientras mayor es nuestro nivel de conocimiento, mayor es también nuestra capacidad para analizar los riesgos desde diferentes perspectivas y elegir mejor cuáles riesgos queremos asumir.

La idea de volatilidad es solamente una de las dimensiones del riesgo, y no necesariamente la más importante a tener en cuenta.