El breakout o quiebre es una figura técnica que se da cuando el precio de una acción o de cualquier otro activo de renta variable intenta la ruptura de una zona clave. Si lo intenta en forma persistente y finalmente lo logra, se produce un breakout definitivo, siempre y cuando sea apoyado por un elevado volumen cuando realiza el quiebre.

La estrategia de ruptura o breakout implica siempre una continuación de la tendencia inicial, que se ratifica y lleva los precios a una zona de trading más allá de lo que venía haciéndolo antes.

Las zonas claves, en el análisis técnico, están definidas por distintas figuras (banderas, triángulos hombro-cabeza-hombro, etc…), pero sobre todo por dos conceptos básicos que le dan vida a todos ellos: se trata de los soportes y resistencias. Ambos son clave en el análisis técnico de mercados financieros:

• SOPORTE: normalmente, un soporte corresponde a un mínimo alcanzado anteriormente. Se define como soporte a un nivel de precio por debajo del actual. Si la fuerza de compra supera a la de venta, el impulso bajista se verá frenado y, por lo tanto, el precio rebotará.

• RESISTENCIA: se identifican en un gráfico como máximos anteriores alcanzados por la cotización. Es un nivel de precio por encima del actual. Si la fuerza de venta supera a la de compra, se pone fin al impulso alcista y, por lo tanto, el precio retrocederá.

Una herramienta muy útil a la hora de analizar los quiebres de soportes y resistencias son las medias móviles.

De todas las medias móviles de precios, ¿cuál es la línea de tendencia a tomar? Si miramos a corto plazo, a mí me gustan particularmente las líneas de 14 y 21 ruedas. Pero si miramos a largo plazo, la relación más famosa es la que existe entre la media de 50 y 200 ruedas. Si la media de 50 ruedas corta de abajo hacia arriba a la de 200 ruedas, entonces eso le dará apoyo a una suba posterior desde los technicals. Y viceversa: si la media de 50 ruedas corta de arriba hacia abajo a la de 200 ruedas, entonces esa será una señal negativa.

“La tendencia es tu amiga”, se habrán cansado de escuchar sobre la operatoria de los mercados. Sin embargo, no siempre una tendencia fuerte es garantía de éxito ya que cualquier acontecimiento inesperado puede afectar bruscamente los mercados financieros e influir, ya sea positiva o negativamente, en la dirección de los precios de los activos que definen dichas tendencias.

Un aspecto a tomar en cuenta es si la acción se mueve por encima de su línea de tendencia, o si el quiebre determinará que se moverá en esa zona. Eso le dará otro punto de refuerzo en el quiebre alcista, o bajista. Pero una tendencia, por más estable que sea, nunca es ninguna garantía, por lo que las circunstancias pueden afectar y torcerle el rumbo a los activos.

¿Cómo saber si un quiebre técnico es firme? El aspecto clave para saber si un quiebre técnico es firme o no está en el volumen operado: los volúmenes operados están en la raíz de los grandes movimientos de precios de las acciones, y en la determinación de los éxitos o los fracasos.

El volumen es medido en términos de nominales, es decir, en cantidad de acciones. Pero también se puede estar hablando de volumen efectivo, es decir, en montos operados medidos en dólares o en cualquier otra moneda que se elija como moneda base. El inversor debe conocer el promedio móvil de las últimas 30 ruedas, que se puede obtener muy fácilmente en cualquier página de Internet especializada.

Si el quiebre de una resistencia (al alza) o de un soporte (a la baja) se hace sin volumen, en caso de que el precio pegue la vuelta y vuelva al punto de quiebre, se deberá vender esa acción. Es porque intentará quebrar en sentido contrario ese nivel y, si lo hace con fuerza y volumen, la tendencia continuará casi con seguridad.

De confirmarse un quiebre, recomiendo vender entre un 25% y un 50% de la posición si la acción sube con fuerza después del quiebre, es decir un 10% para activos de baja volatilidad (acciones de valor) y 20/25% para acciones de alta volatilidad, es decir para acciones de crecimiento o de materiales básicos que posean más de 30% de volatilidad anualizada de los últimos 3 meses al menos. Una acción de valor tiene entre 10% y 20% de volatilidad. El plazo para permitirle que llegue a esas subas posteriores debería ser de entre 1 y 3 meses.

Claro está que para aplicar todo lo anterior debemos hablar de activos que poseen mucho volumen operado y que muchos inversores miran. De no ser así, no se podrían aplicar todas estas reglas técnicas.