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Cuando analizamos las perspectivas de una compañía, no podemos dar por 100% ciertas las declaraciones del equipo directivo. Analizar lo que los altos ejecutivos hacen con su propio dinero puede ser tanto o más importante que escuchar sus opiniones y declaraciones al respecto.
La importancia de los incentivos
A las palabras se las lleva el viento, y los altos directivos de las empresas muchas veces tienen una mirada sesgada sobre la marcha de la compañía. Cuando escuchamos al CEO de una firma hablar sobre su gestión o el potencial futuro de las acciones, debemos tomar estos comentarios con cierta distancia. El punto de vista de los ejecutivos suele ser bastante subjetivo; además, las cuestiones de relaciones públicas con el mercado no siempre se basan en la transparencia y la honestidad.
A diferencia de las palabras, el dinero no miente, y resulta fundamental prestar atención a cuáles son los incentivos bajo los cuales trabaja el equipo directivo de una empresa. Los incentivos determinan en buena medida la calidad de las decisiones que se toman, y por lo tanto, el retorno de los activos a largo plazo.
Muchas veces, los altos ejecutivos reciben buena parte de su compensación económica en base a criterios como las ventas y ganancias del negocio en un año determinado. Cuando este sistema no se encuentra adecuadamente diseñado e implementado, puede llevar a políticas de gestión poco afortunadas.
Muchos directivos buscan inflar artificialmente la performance de la firma en un período particular para incrementar su compensación en ese año. Posteriormente, el efecto sobre el precio de las acciones puede ser devastador cuando el mercado toma conciencia de que dicha performance es insostenible en el tiempo.
Por otro lado, cuando los ejecutivos tienen buena parte de su propio dinero invertido en acciones de la empresa, entonces tienen mayores incentivos para pensar en el bien del negocio a largo plazo.
Un caso muy especial es cuando los ejecutivos son además los fundadores del negocio, ya que en estos casos, no solo suelen tener buena parte de su capital invertido en la firma, sino que también tienen un vínculo personal e incluso afectivo con la compañía, el cual va más allá de las consideraciones puramente financieras.
La evidencia histórica demuestra que en muchos casos las empresas cuyos fundadores están involucrados en la gestión del negocio suelen generar retornos superiores al promedio. Muchos de los casos de inversión más exitosos en el sector tecnológico son claros ejemplos en este sentido: tal es el caso de Apple (AAPL) bajo el liderazgo de Steve Jobs, Google (GOOG), Amazon (AMZN), Facebook (FB) o Microsoft (MSFT) durante los tiempos de Bill Gates.
Según un estudio realizado en Purdue’s Krannert School of Management, las compañías cuyos fundadores se encuentran activamente involucrados en el negocio muestran una capacidad superior de innovación en el tiempo. El trabajo encuentra que esta clase de empresas generan un 31% más de patentes innovadoras; además, estas empresas son más propensas a realizar inversiones generosas y adoptar nuevos modelos de negocios.
Este resultado no resulta del todo sorprendente cuando tenemos en cuenta que innovar e invertir en crecimiento futuro muchas veces implica poner la mirada de largo plazo por sobre los reportes financieros en un trimestre en particular.
En cuanto a los retornos en el mercado financiero, Harvard Business Review publicó en marzo de este año un artículo titulado Founder-Led Companies Outperform the Rest — Here’s Why. Según este artículo, entre 1990 y 2014 las compañías cuyos fundadores estaban al mando del negocio tuvieron un retorno acumulado de más del triple del promedio de mercado. A largo plazo, un equipo de management con los incentivos correctos es claramente beneficioso para los inversionistas.
Consideraciones prácticas
Los altos ejecutivos tienen la obligación de reportar ante los organismos regulatorios sus compras y ventas de acciones en las compañías que dirigen. Es una gran idea seguir de cerca estos movimientos para evaluar en qué medida los ejecutivos respaldan o no con su propio dinero la gestión al mando del negocio.
Vale la pena aclarar que no necesariamente las ventas son siempre un motivo de alarma. Simplemente por motivos de diversificación del portafolio, o por necesidades financieras personales, es habitual que los ejecutivos liquiden regularmente parte de sus tenencias. Esto se hace generalmente mediante planes de venta anticipados, los cuales establecen en forma específica un programa de ventas graduales a lo largo del tiempo.
Los programas de ventas anticipados precisamente se diseñan con antelación para que el timing de las operaciones no resulte sospechoso ante el mercado. En cambio, cuando un alto ejecutivo vende una gran cantidad de acciones en forma abrupta y sin previo aviso, estamos ante una señal preocupante que requiere un análisis detallado.
Por otro lado, cuando un ejecutivo compra acciones de la firma, esto es generalmente una señal de confianza decisiva. El patrimonio y los ingresos de los directivos siempre se encuentran ligados a la performance de la empresa en buena medida; por lo tanto, el único motivo para comprar más acciones es que dichos ejecutivos consideran que se trata de una inversión atractiva a los precios actuales de mercado.
Los altos directivos de las compañías son seres humanos como todos, y también pueden cometer errores a la hora de tomar decisiones de inversión. Sin embargo, conocen profundamente a la empresa y cuentan con información detallada al respecto de la marcha del negocio. Teniendo esto en cuenta, cuando un alto ejecutivo compra acciones en la firma, estamos claramente frente a un dato positivo a tener en cuenta.
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