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En el mundo de las inversiones, hay dos aspectos esenciales que los inversores deben saber con respecto a un activo que posean o que planeen adquirir: su precio actual y el precio futuro, valores que inmediatamente surgen comparaciones con los valores pasados.
Un inversor cauteloso evitará comprar acciones que estén sobrevaluadas y verá con buenos ojos que dichos papeles estén posicionados en un bajo precio histórico. Pero también hay inversores temerosos a los papeles que están sumamente bajos, por lo que aumenta el miedo a que sigan deteriorándose.
A continuación, proponemos cuatro diferentes estrategias esenciales para ayudar a los inversores a augurar rendimientos y precios futuros de acciones y otros activos.
1) Impulso
Esta técnica, a la que también denominamos “momentum”, apunta a que los inversores se sumen a las tendencias en boga en el mercado, ya sea al alza o a la baja. Esta estrategia asume que el mercado seguirá yendo por el camino por el que se muestra en un determinado momento.
La esencia del impulso o momentum es que el inversor compre activos que hayan tenido grandes retornos en los últimos 3 a 12 meses y vender aquellos que hayan tenido escaso rendimiento en el mismo período de tiempo. Se trata de seguir el miedo o el entusiasmo en la denominada finanza conductista.
Dicha técnica consiste en asumir determinados riesgos, porque si bien ese activo puede seguir por una tendencia alcista, podría tocar techo y volver a caer. Sin embargo, algunos expertos se muestran se oponen a esta teoría, ya que afirman que si una acción viene teniendo un alza prolongada de entre tres a cinco años, para el mismo plazo en el futuro se la verá con rendimientos por debajo de la media del mercado.
2) Reversión
Sin dudas, la contracara del impulso es la reversión. En este caso, los inversores experimentados que han visto alzas y bajas pronunciadas a través de la historia sostienen que nada es eterno y que en algún momento se revertirá el rumbo. Es por eso que, anticiparse a ese punto, podría ser la clave para obtener importantes rentabilidades. Es decir, no existe la creencia en la tendencia eterna como sí lo hacen quienes los fanáticos del impulso.
La reversión ha sido detectada en el análisis de varios indicadores económicos, incluyendo tipo de cambio, evolución del PIB, las tasas de interés y las de empleo, por lo que este factor también sería responsable de los ciclos económicos.
De todos modos, aún no existe una fórmula concreta para identificar este punto, aspecto que la convierte en una técnica algo difícil de usar. Esto se debe a que la reversión podría producirse rápidamente en algunas semanas o de manera pausada a lo largo de varios años, transformándose en una estrategia para pacientes dispuestos a posicionarse de cara al largo plazo.
3) Martingalas
Otra posibilidad es que los retornos que ha brindado el activo en el pasado, finalmente no tenga ninguna importancia. En 1965, el célebre economista Paul Samuelson descubrió que las tendencias pasadas no tenían efecto alguno en los precios futuros y que en un mercado eficiente, esto debería mantenerse. Hasta el momento, su análisis nadie ha podido refutarlo de manera taxativa.
Entonces, es ahí donde entra la martingala. Se trata de un cálculo que se utiliza principalmente en los juegos de azar que consiste en multiplicar sucesivamente, en caso de pérdida, la apuesta hecha anteriormente. Por ejemplo, en el casino, se apuesta un dólar al rojo en la ruleta, si se pierde, se duplica la cantidad y si se vuelve a perder, se triplica. En caso de ganar, se cubrirían todas las pérdidas previas.
En el universo de las finanzas, las martingalas dejarían fuera cualquier cálculo de tendencia y se fijarían solamente en el precio de cierre y la volatilidad que la acción ha experimentado durante la jornada. Cuánto se ha movido hacia arriba o abajo, se trata de un manejo del riesgo a partir de la volatilidad.
4) Valor de inversión (Value investing)
Esta técnica, cuyo pionero fue el icónico académico Benjamin Graham, tal vez sea la más conocida de las cuatro estrategias mencionadas. En este caso, la técnica consiste en detectar empresas que estén en precios bajos, comprar sus acciones y esperar al largo plazo para que éstas se valoricen. Es aquí donde el inversor está buscando compañías con valor prospectivo.
Los principales referentes de esta estrategia son inversores como Warren Buffett o Irving Kahn. La estrategia de estos gurúes de las inversiones siempre se ha basado en comprar empresas subvaluadas y que más adelante darían el salto de calidad, brindándole a una significativa cantidad de dinero tanto a los monstruos de las inversiones como a sus carteras.
Se trata de una estrategia arriesgada ante un mercado tan volátil como el actual, en el que las posibilidades de golpearse contra una pared –en el corto plazo- son considerables.
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