Los denominados “esquemas piramidales” han estado presentes en los mercados durante mucho tiempo. Un esquema de este tipo es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de intereses a los inversores de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores. De ahí la figura de la “pirámide”, en la que los últimos en llegar financian el pago a los presentes y los retiros de los primeros. Siempre los fondos que se retiran son superiores a los que ingresan, por lo que el esquema puede seguir funcionando de no mediar cambios bruscos en la necesidad de sacar el dinero por parte de los inversores. Eso es lo que pasó con Bernard Madoff con la caída del año 2008, una crisis de los mercados impensada por su inusitada fuerza.

La base de la estafa radica en la redistribución del dinero de unos inversores a otros y no en la inversión en instrumentos financieros tal como se publicita o se espera de ese administrador al que se le confía el dinero.

El proceso se sostiene gracias a las ganancias que obtienen los primeros inversores, que son obtenidas gracias al dinero que ellos aportaron y sobre todo por los nuevos inversores que son estafados por las promesas de obtener grandes retornos en una forma en la que la única manera de cubrir los altos retornos es por medio del dinero de otro participante de la pirámide, o bien retornos estables a lo largo del tiempo, ya que no existe nada mejor que darle poca volatilidad y un gran renombre a una inversión que siempre rinde un porcentaje por encima del promedio, por más que no sea desmedido: en ese caso se prioriza a estabilidad –ficticia- de un rendimiento.

Si el ritmo de entrada de nuevos inversores se ve impedida o se desacelera, el esquema se ve impedido de cumplir con su dinámica interna y la pirámide se desmorona.

¿Cómo reconocer una estafa de este tipo, que ha evaporado el dinero de tantos inversores a lo largo de la historia? Lo primero que se tiene que hacer es asegurarse de que quien les propone una inversión les de garantía de lo que ustedes van a tener. No alcanza obviamente con una promesa. Tampoco con un denominado “contrato mutuo”, es decir un contrato en el que el administrador del dinero le firma una promesa sin garantías. Sin siquiera mostrarle un balance para darle respaldo a la inversión, y aún presentado un balance certificado y debidamente auditado por un auditor independiente, dicho balance no garantizará en definitiva la inversión.

La primera sospecha tiene que surgir cuando alguien o una institución le promete un rendimiento elevado sin decir cómo lo va a obtener o en qué va a invertir para obtenerlo, es decir se desconoce la estrategia.

Y en el caso de que se detalle en qué invierte o de conocer la estrategia, uno debería poder contar con la posibilidad de tener los comprobantes de que efectivamente lo está haciendo.

Pregúntese además siempre quién es el custodio o depositante de los valores que Ud. posee en forma directa si le abrieron una cuenta personal (que sería lo recomendable), o bien el custodio de los títulos que el administrador compra para el fondo o el vehículo de inversión en el que le propuso entrar. En algunos países se trata de una entidad oficial, como en la mayoría de los países latinoamericanos, o bien privados tanto en los Estados Unidos, Europa o Suiza, que además en muchos cobran por dichos servicios de custodia (este fue el gran negocio durante décadas de la banca suiza).

Muchas veces se abren “subcuentas” en las cuentas del administrador para que puedan invertir con él, pero esa modalidad está sujeta a mucha discrecionalidad ya que en definitiva la cuenta “madre”, o “holding” o la que agrupa a las demás subcuentas está siendo operada por el administrador tanto en las inversiones como en las transferencias desde y hacia esa cuenta.

El administrador ofrece el vehículo pero con mucha discrecionalidad en el manejo de los fondos. Cuando uno abre una cuenta individual, se le puede otorgar un poder “limitado” para poder solamente operar la cuenta a alguien o a alguna institución, o al representante o apoderado legal de esa institución, pero bajo esa modalidad de ninguna manera el administrador puede efectuar giros o transferencias a terceros sin el consentimiento escrito y firmado del titular o de algunos de los titulares de la cuenta.

El que hizo famoso este tipo de delito o estafa fue el italiano Carlo Ponzi en los años 1920, un emigrante italiano pobre que llegó a los EE.UU., aunque varios esquemas piramidales similares ya se habían dado anteriormente. Toda la historia comenzó con la reventa de los cupones de respuesta internacional de correos: se podían vender en los EE.UU. más caros que en el extranjero, y es exactamente lo que hizo.

La gente hacía largas colas para aportarle a Ponzi sus ahorros para que comprara dichos cupones. Pero Ponzi no estaba comprando los cupones sino pagando beneficios muy suculentos totalmente ficticios estafando a todos los ahorristas, comenzando con sus amigos. El retorno ofrecido era del 50% en una inversión en 45 días, a través de la contratación de agentes comerciales que recaudaban el dinero para él. El negocio comenzó a expandirse a otros estados.
En una trama piramidal, quienes reclutan participantes adicionales se benefician directamente.

Los 420.000 dólares recaudados fueron depositados en 1920 en un banco, controlándolo al tiempo al comprar sus acciones. Ese mismo año, el diario Boston Post cuestionó las prácticas: la empresa terminó intervenida por el Estado, que detuvo las nuevas captaciones de dinero. Pero contrariamente a lo pensado, al devolverle su capital a aquellos que lo pedían se volvió más creíble, comenzando de nuevo con otras empresas en las que recibió una gran cantidad de dinero viviendo de lujos en lujos hasta que el gobierno intervino completamente a Ponzi, estuvo en prisión, pagó su fianza y quiso empezar todo el esquema, perdiendo el dinero de los ahorristas. Fue enviado de vuelta a Italia.

Un sistema piramidal puede funcionar tanto en el corto como en el largo plazo, dependiendo de la cantidad de nuevos inversores que ingresen al esquema. Pero con el paso del tiempo, el riesgo es cada vez más alto al crecer el número de suscriptores en el sistema, ya que cada vez existen más dificultades para encontrar nuevos seguidores.

En síntesis, en todo esquema piramidal o “ponzi” el nuevo dinero será la fuente de pago para las inversiones iniciales; existe una promesa de altos beneficios a corto plazo realizada por una única empresa, se da la obtención de beneficios financieros que no están bien documentados y está dirigido a un público con poco conocimiento financiero. Dicha empresa no se encuentra registrada y controlada ante el ente regulador de los mercados locales (como la SEC en los EE.UU.). Además, se da la ausencia una auditoría de confianza, y si se da es falta y forma parte dela estafa, lo cual es difícil de poder saber en un comienzo si los números que se reflejan son verdaderos o no.